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miércoles, noviembre 26, 2025

Tren Maya, marcado por despojos, militarización y ecocidio: organizaciones

CIUDAD DE MÉXICO.— Los daños del Tren Maya no terminaron tras la construcción de los tramos ferroviarios. Además del impacto ambiental y el despojo de territorio, las comunidades de la Península de Yucatán se enfrentan ahora a una creciente militarización y violencia ante la operación y vigilancia del megaproyecto.

Este martes, organizaciones ambientalistas presentaron un informe después de realizar en abril una Misión Civil de Observación sobre los impactos en los tramos 5, 6 y 7 del Tren Maya, que atraviesan Quintana Roo y Campeche. Los resultados son abrumadores: “graves e irreversibles violaciones a los derechos humanos y colectivos”.

La primera lista de daños fue en materia ambiental, especialmente daño en cenotes y la desmedida tala de árboles. Estiman una pérdida de 20 millones de árboles; la destrucción o perforación de 130 cenotes y cavernas; la contaminación de acuíferos por la colocación de 15 mil pilas de acero y la consiguiente corrosión de este metal.

“Tan solo en el tramo 5, 6 y 7 se talaron 20 millones de árboles, árboles que no son unidad, sino un ecosistema que fue totalmente barrido, millones de nidos de aves destruidos; también el corredor biológico en la selva norte de Quintana Roo fue vulnerado totalmente; los manifiestos de impacto ambiental mintieron y nunca reconocieron la presencia del jaguar”, indicó el ambientalista Guillermo D. Christy.

La llegada del Tren Maya también impulsó el desarrollo inmobiliario y urbano, con consecuencias negativas para los habitantes de la zona: tienen más dificultades para acceder al agua -crisis hídrica- y ven cómo suben los precios de la canasta básica. También ha generado basureros y desajustes eléctricos en las comunidades.

Otra afectación del Tren Maya es la presencia directa de las fuerzas militares en toda la zona, que además de operar el tren, “realizan incipientes negocios turísticos”, a través de una empresa paraestatal llamada Mundo Maya, detalló la antropóloga Giovanna Gasparello.

“La presencia militar se ha concretado en el control y la ocupación de espacios públicos, con pretexto de patrullaje y de mantener la seguridad, ya hay una presencia de actores armados desde supermercados hasta las plazas y playas, cualquier lugar público se encuentra militarizado, esto, en lugar de dar una percepción de seguridad, genera indefensión y miedo”, dijo la investigadora.

Además, en la zona se han disparado las violencias criminales. “Las economías ilegales vinculadas al tráfico de drogas y a las redes de tráfico de personas y prostitución, que ofrecen servicios a los militares y trabajadores flotantes, se han expandido en la zona, configuran una descomposición del tejido social que el gobierno debe atender”.

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EM/dsc

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