PETCACAB.- A través de una cuidada propuesta audiovisual, el Tren Maya ha presentado su primer cortometraje documental titulado “Sicté: La Resina”, una producción que busca reconocer y dar visibilidad a las tradiciones vivas de las comunidades del sureste mexicano, empezando por una de las prácticas más antiguas y representativas de la región: la producción del chicle.
El primer capítulo de esta serie tiene lugar en la comunidad de Petcacab, Quintana Roo, una localidad enclavada en la selva, donde generación tras generación el oficio del chiclero se ha enseñado. A través de imágenes nítidas, encuadres precisos y una narrativa íntima, el documental nos lleva al corazón del proceso artesanal que da origen a este producto natural y emblemático.
Producción del chicle en Petcacab
Entre los protagonistas del cortometraje se encuentra Basilio Rivas Cahuich, artesano chiclero, quien comparte en cámara su experiencia, conocimientos y técnicas heredadas. Su testimonio permite comprender no solo el procedimiento técnico, sino también la conexión espiritual y cultural que los habitantes mantienen con el árbol del chicozapote, fuente principal del chicle.
El proceso inicia con la localización de árboles maduros, listos para su sangrado. Equipados con herramientas tradicionales como puyas y sogas, los chicleros escalan los árboles con destreza y marcan cortes en forma de zigzag a lo largo del tronco. Este patrón facilita el flujo de la resina, que es recolectada cuidadosamente en una bolsa colocada al pie del árbol. Durante las siguientes 24 horas, el árbol secreta su resina, que luego será procesada.
Una vez recolectada, la resina se cuela con tela tipo manto de cielo, un paso clave para filtrar las impurezas. Posteriormente, comienza la cocción: el líquido espeso se calienta lentamente hasta lograr la coagulación. Después de aproximadamente dos horas, cuando adquiere una textura densa y pegajosa, el chicle se retira del fuego y se deja enfriar.
Este trabajo artesanal, además de ser físicamente exigente, demanda un conocimiento profundo de la selva y una sensibilidad particular hacia los ritmos de la naturaleza. “Sicté: La Resina” logra mostrar con elegancia y precisión la belleza de este proceso.
Producción audiovisual de “Sicté: La Resina”
La calidad de imagen y sonido de la producción es notable, elevando la experiencia del espectador y permitiéndole apreciar los detalles: el sonido del machete abriendo la piel del árbol, el vapor que emana durante la cocción. Cada cuadro está pensado para resaltar la dignidad y el arte implícito en este oficio.
Más allá de documentar una técnica, el cortometraje pone en primer plano el valor cultural del chicle como símbolo de identidad, memoria y resistencia de las comunidades mayas. En ese sentido, este proyecto se alinea con uno de los ejes sociales del Tren Maya: dar visibilidad a los saberes y oficios tradicionales de las regiones por donde cruzará su ruta.
“Sicté: La Resina” este primer episodio deja abierta la expectativa de lo que vendrá en la serie, y deja al espectador con una nueva mirada sobre el chicle: no como un producto industrializado, sino como el resultado de un arte antiguo, paciente y profundamente humano.