EMILIANO MATEO CARRILLO CARRASCO
“El sistema de la elección democrática se basa en la representación”, (la verdad es exactamente a la inversa: la representación política en un sistema que busca alguna participación de la población en el gobierno sólo se justifica por las dificultades que existen para poner en práctica la democracia directa).La naturaleza de los valores de los entes que permiten hacer una distinción entre dos tipos de ser, el de las cosas nobles y dignas: majestad, gloria, dignidad y honor, que son propias de los hombres que dominan a los demás, y el ser de las cosas vulgares como son la vida y los derechos de los seres humanos. Sólo las primeras tienen “una alta y elevada, intensiva, especie del ser—-”.
La representación política es un ser que vive entre las cosas elevadas, no en el mundo de la realidad. En ese gran teatro político que ponen en escena los hombres que manejan los gobiernos, la representación política es ajena a los votantes y a la población. La representación política es algo que existe por sí mismo y vale por sí mismo, es un ente. Los intereses y los derechos de los seres humanos que forman la población y que para cualquier persona medianamente razonable es lo único que justifica la existencia de las estructuras políticas, resultan ser intereses secundarios por ser – según los juristas dedicados a construir fantasías – ajenos al Estado y a la representación política.
Los seres humanos que forman las poblaciones, son únicamente elementos para “consolidar” o “fortalecer” el poder de los hombres que mandan, a través de formas o figuras imaginarias, que se dice están por encima de los habitantes y que no son sino mitos o máscaras manejadas por los pequeños grupos que las inventan, las imponen y las manejan para dominar a los pueblos: la Nación, el Estado, el gobierno y las “instituciones” públicas que están al servicio de los gobernantes y los representantes, asociados a los grupos más poderosos. Las aseveraciones de Schmitt sobre la duplicación mágica del individuo que en su función de votante deja de ser un ser humano con sus intereses naturales, convierten a los hombres en actores de una obra teatral en la cual juegan el papel que les atribuyen los hombres que inventan un determinado sistema político. Los ciudadanos, como dice Schmitt, son simplemente “elementos de la representación”.
“Cuando se dice que una nación es un “organismo” se emplea una analogía que puede ser muy peligrosa. … Creer que en un conjunto de seres humanos puede existir el bien y el mal por encima del bien y el mal de cada uno de los individuos, es un error que conduce directamente al totalitarismo.. “El Estado” es una abstracción; no siente ni placer ni dolor, no tiene esperanzas ni temores, y lo que consideramos sus propósitos no son, en realidad, sino los propósitos de los individuos que lo dirigen. La glorificación de “El Estado” viene a ser, en realidad, la glorificación de una minoría gobernante”. . Bertrand RUSSELL
La esencia de la vocación de servir, de hacer, de dar, ante su masa social que permite a través de la representación política es la representación ficticia de un ser público imaginario, ajeno e independiente de los seres humanos, dentro de una organización que tiene como propósito dominar a los individuos como súbditos. Es sorprendente que un hombre con el talento de Schmitt invoque a “un ser público”. No existe un ser público diferente de los individuos que forman la comunidad. Las reflexiones de Schmitt son muy parecidas a las que usaron varios siglos antes los hombres que se apropiaban de la cosa pública (res pública) en las primeras repúblicas italianas para someter a toda la población.
En su concepción, los intereses de los individuos que forman la población y los derechos humanos de todos esos individuos son secundarios, lo cual va muy bien con las ideas de Tena Ramírez quien, hablando del procedimiento de amparo, afirmaba: “De las dos partes que hemos distinguido en una Constitución como la nuestra, la más digna de ser defendida es la parte orgánica. La defensa de la otra parte tiene suma importancia, pero no desde el punto de la Constitución, sino del individuo”. En ese medio ficticio de las teorías desconectadas de la realidad, el fin de las asociaciones humanas son ciertas fantasías, abstracciones y entes imaginarios, esto es, cosas como el Estado, la Nación, el gobierno y especialmente “la Constitución”, inventados o fabricados precisamente como instrumentos de dominación “legítima” sobre los seres humanos y, lo que es más grave, esas fantasías y esos entes están por encima de la población.
Cuando la población deja en manos la potestad de su administración ante la creciente accionar de la apatía de involucrase y sobre todo establecer las observaciones del recurso emancipado y recaudado por nuestros recaudadores de la riqueza que genera la nación en este caso la mexicana, que a través de mecanismos de recaudación conforme a la constitución en su articulo 31 fracción IV, establece las formas de recaudación, que a su vez son regresados a través del gasto publico y el pago de la burocracia . La población, que en alguna de las definiciones del Estado imaginario es uno de los elementos de ese ser intangible y omnipotente, son los individuos a los que se debe manejar de acuerdo con los intereses de los hombres del gobierno. Las directrices de acuerdo a los mecanismos de esta función pública en cuanto al gasto público de acuerdo al 134 de la constitución y la posible sanción.
El titular del poder político en México, es que en el artículo 39 se dice que “La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo”, y que “Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste.” Luego, en el artículo 41 se reafirma la soberanía del pueblo diciendo que “El pueblo ejerce su soberanía”, pero con el agregado de que el pueblo ejerce esa soberanía por medio de sus empleados, a quienes los grupos que hicieron la Constitución convierten rápidamente en “los Poderes”. Pero, de manera contradictoria, en el artículo 25 se habla de la Soberanía de la Nación y de su régimen democrático. ¿Se trata de dos soberanías la de la nación y la del pueblo? O el pueblo y la nación son sinónimos y entonces ¿por qué no se habla simplemente de la soberanía del pueblo? .La respuesta es que ni en la Constitución, ni en la teoría política, ni en la historia de esa palabra, “la nación” se ha identificado con “el pueblo”. La nación en México es algo que cambia en la Constitución de un artículo a otro.
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