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martes, octubre 21, 2025

Yeltsin: reafirmación y seguridad del poder

Rajak B. Kadjieff / Moscú, Rusia

*Pudo ser apartado del cargo por acusación de alta traición.
*Solamente por ese factor u otro delito de envergadura.
*Los tribunales Supremo y Constitucional confirmaban indicios.
*Aspectos negativamente delictivos en la conducta juzgada.
*Aparición de Vladímir Zhirinovski, un excéntrico y estrafalario.

Borís Yeltsin estaba asesorado y asistido por el Consejo de Seguridad de la Federación Rusa (SBRF) y la Administración Presidencial, órganos con funciones poco definidas; pero que iban a representar una estructura paralela de poder sustraídas de la fiscalización por las instituciones del Estado.
Respecto al Poder Legislativo, éste quedaba constituido como Asamblea Federal (Federalnoe Sobranie), compuesto por la Duma Estatal (Gosudarstvienaya Duma) o Cámara Baja y el Consejo de la Federación (Soviet Federatsii) o Cámara Alta de representación territorial.
Además, se estableció la confirmación de que el mandato de Yeltsin agotaría el quinquenio, haciendo innecesarias elecciones presidenciales hasta junio de 1996, cuando Yeltsin podría renovar el mandato por un cuatrienio, el período determinado para los ejercicios presidenciales en lo sucesivo.
Yeltsin, por fin, parecía tenerlo todo atado y bien atado, aunque la doble llamada a las urnas del 12 de diciembre de 1993 dejó un regusto agridulce en los pasillos del Kremlin: en el referéndum constitucional, declarado válido al participar más del 50 % del padrón electoral, se pronunciaron a favor el 58 % de los votantes.
Pero en las elecciones a la Duma, las primeras verdaderamente democráticas en la historia de Rusia, la DVR sólo cosechó 96 de los 450 escaños, aunque el gran triunfador de la jornada fue el ultranacionalista Partido Liberal Democrático de Rusia (LDPR) del estrafalario Vladímir Zhirinovski.
Este excéntrico personaje, más similar a un payaso del gran circo de Moscú que a un político antes poco conocido, ganó 70 escaños y, más llamativo aún, se alzó como el partido más votado con un contundente 22,8%, 7,4 puntos más que la DVR.
El pujante KPRF y su aliado el Partido Agrario de Rusia (APR) le seguían como tercera y cuarta fuerzas, sumando otros 112 diputados hostiles a las reformas liberales.
Sólo en quinta posición en las preferencias del electorado apareció un partido reformista liberal, el Yábloko de Grigori Yavlinski, con todo un recio opositor a la concepción capitalista de los hombres del Kremlin.
El demagogo y antisemita Zhirinovski, propenso a las bufonadas y declaraciones explosivas, podía causar hilaridad o consternación, pero supo canalizar el descontento de una parte considerable de una población asustada, moralmente quebrantada, que añoraba algunos mecanismos de control y previsibilidad del régimen soviético, sobre todo los relacionados con la economía.
Aunque eran el eje de su ideología, las exigencias de reconstrucción por la fuerza del imperio soviético en Europa (eran recientes las retiradas de las últimas tropas de Polonia, en octubre de 1992, y Lituania, en agosto de 1993) no atraían a la ciudadanía.
Ni por su factibilidad ni por la apelación emocional a una época en que el mundo no osaba avasallar a Rusia con unas recetas económicas que, al parecer, sólo beneficiaban a una minoría de privilegiados poco escrupulosos.
En los meses siguientes el equipo del presidente no se esforzó demasiado en censurar las tropelías verbales del jefe del primer partido del país y para un Occidente perplejo, candidato seguro a morador del Kremlin en un futuro no lejano.
Necesitaba su apoyo frente a los comunistas, considerados la verdadera oposición a las reformas capitalistas, y porque él mismo estaba dispuesto a modificar su actitud diplomática frente a los aliados occidentales y ganar una nueva respetabilidad internacional para Rusia.
La irrupción de Zhirinovski y sus perturbadores replanteamientos geopolíticos supusieron un revulsivo para que Yeltsin planteara algo más que simple retórica sobre la situación de los derechos de los rusos en el “extranjero cercano”.
Fundamentalmente en Asia Central y Transcaucasia, escenarios respectivamente de programas estatales de asimilación cultural y de amenazas de agresiones, que estaban provocando emigraciones y exilios de consideración.
Ahora bien, hubo quienes, como el propio Mijaíl Gorbachov, sugirieron que el “fenómeno Zhirinovski” no era sino la fachada de un poderoso núcleo de fuerzas conservadoras —políticas, militares y empresariales— que estaba arraigando en el Kremlin.
El 14 de enero de 1994 el dirigente agrario Iván Rybkin fue elegido presidente de la Duma y días después dimitió Fyodorov como viceprimer ministro y ministro de Finanzas: y Yegor Gaidar también tuvo que ser despedido.
Como contraprestación parcial, el viceprimer ministro Shumeiko salió del gobierno y pasó a presidir el Consejo de la Federación, y lo primero que hizo la Cámara baja electa tras inaugurarse, el 23 de febrero, fue amnistiar a los golpistas de agosto de 1991 y a los insurrectos de 1993.
Yeltsin se tragó la afrenta y prefirió apaciguar a la mayoría nacional-comunista de diputados con seguridades de que Rusia iba a “actuar con firmeza” en la escena internacional, a “abandonar la práctica de las concesiones unilaterales” y a “equilibrar el ritmo de la aplicación de las reformas económicas y el coste social de las mismas”.
A cambio, el presidente solicitó a los diputados un “memorándum por la paz social” y una “entente nacional en torno al programa de gobierno”.

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