Los pétalos de las flores de cempasúchil, sirven como tapiz en las ofrendas que conmemoran a los difuntos en miles de hogares mexicanos. Este gesto es simbólico, junto al copal; que sirven como camino que guía a nuestros muertos para su visita anual.
Ese detalle tiene antecedentes: los mexicas, durante la época prehispánica, la eligieron para tupir altares y ofrendas dedicadas a sus muertos y por ello sirven como atavío en los altares. En los días de otoño, los hogares mexicanos se llenan de su peculiar aroma y color que evocan la obra de Saturnino Herrán y viceversa.
Dichas flores son el legado de una gran tradición indígena y por este motivo tiene diversas denominaciones en diferentes lenguas: en purépecha se le conoce como apátsicua; en lengua huasteca se le llama caxiyhuitz; en otomí jondri o cempaxóchitl en náhuatl, este último es el nombre que se adoptó para su denominación en español. Se traduce como «flor de veinte pétalos».
La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), asegura que el cempasúchil es una flor nativa de México y Centroamérica. Florece en el Bajío mexicano de septiembre a diciembre; y se cultiva principalmente con fines ornamentales, medicinales o como tintórea, para teñir.
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Curiosamente, los estadounidenses la conocen como Mary Gold; y es aprovechada para fabricar insecticidas y ciertos medicamentos, que nos regresan al pasado prehispánico con la botánica; parte integral de la medicina tradicional.
¿Sabías que si se prepara una infusión con los botones y tallos, es un infalible remedio contra diarrea, vómito e indigestión?
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