Por Lizbeth Woolf
Paco Ignacio Taibo II es un personaje al que le gusta el reflector. Muy hay estilo del dictador Porfirio Díaz o de su ídolo Ernesto “Che” Guevara, señaló que en el cerro de las Campanas. aún hay espacio para fusilar a los traidores a la patria, en específico a todo mexicano que manifieste su apoyo al presidente de los Estados Unidos Donald Trump, en su interés por terminar con los carteles de narcotráfico en México.
Pero ahora, fue mucho más allá pues el director del Fondo de Cultura Económica (FCE) encendió la polémica sobre la literatura escrita por mujeres dejando patente su machismo y misogismo contra las mujeres escritoras.
Al presentar en Palacio Nacional un nuevo proyecto con el que el Fondo —en colaboración con Gobiernos nacionales y provinciales de la región— va a entregar de forma gratuita 2.5 millones de libros en 14 países de Latinoamérica.
Taibo ha presentado la lista de títulos y, de los 27 autores elegidos, solo siete son mujeres. Al ser cuestionado por una periodista, rechazó el planteamiento: “Si partimos de la cuota, un poemario escrito por una mujer, horriblemente asqueroso de malo, por el hecho de haber sido escrito por una mujer, no merece que se lo mandemos a una sala comunitaria en mitad de Guanajuato, ¿por qué hay que castigarlos con ese libro de poesía?“.
Taibo no ha especificado a qué autora se refería, solo ha señalado que “la generación del boom” —que fue la elegida para este proyecto– “era una generación muy mayoritariamente masculina, entonces ahí hubo que cortar”.
La colección se centra en autores de la segunda mitad a finales del siglo pasado. “Porque la idea era: el gran momento de la literatura latinoamericana, los jóvenes hoy no la están leyendo. Y este vacío de lectura provocaba un vacío doloroso”, ha explicado Taibo: “¿Por qué no están leyendo a García Márquez, a Onetti, a Sergio Ramírez? ¿Por qué? Hacia ellos va dirigida la colección”. El director del Fondo ha declarado firme: “La lista incluye, para mi gusto, lo mejor de la literatura latinoamericana”.
Sin embargo, entre los 27 títulos elegidos, solo hay siete escritos por mujeres: Nona Fernández, con Space Invaders; Piedad Bonnett, con Los privilegios del olvido; Alaíde Foppa, con Vientos de primavera (que incluye un prólogo de Elena Poniatowska, pero no hay ninguna obra elegida de la escritora mexicana); los cuentos de Guadalupe Dueñas y los de Adela Fernández, llamados Duermevelas, y Canto villano, de la poeta peruana Blanca Varela.
Preguntado por cómo se seleccionaron los libros de la lista, Taibo ha explicado que consensuaron con todas las filiales del Fondo de Cultura Económica una primera criba de 70 libros: “Les dijimos: ‘¿Qué libro quisieras leer si fueras un joven de 15 o 30? A partir de ahí, empezamos la gestión de los derechos”.
El escritor ha señalado que esa última parte fue la más compleja: “Cada libro fue una batalla diferente. En casi la mayoría de los casos dimos un pequeño adelanto al autor, pero como no hay regalías porque el libro se regala, es un pago único y muy pequeño, que era simbólico. Básicamente los autores, los herederos, las agencias o las editoriales que aceptaron participar fue por el prestigio de estar en la colección”.
Tras esta explicación, la periodista Yareth Arciniega, de la revista Fortuna, le insistió que en el boom latinoamericano también hubo muchas mujeres que no están visibilizadas en la colección, como, por ejemplo, Elena Garro, y si se va a reconsiderar incluir a más de ellas, especialmente para las bibliotecas para mujeres que el FCE está promoviendo.
Taibo ha señalado que en esos centros son los encargados comunitarios los que piden los libros y ha reconocido que “el 40 o 50% de los clubes y salas de lectura están dirigidos por mujeres”: “¿Y qué quieren? Quieren leer literatura de mujeres. En algunos casos también quieren leer otras cosas, afortunadamente no hay un sesgo, el sesgo sectario, hay amplitud, pero hay una presión enorme para que lleguen libros. También tienes que inventar un poco qué es lo que hay por ahí, que tenga calidad“.
Después, las duras palabras de Taibo sobre poemarios de mujeres han desatado las críticas de escritoras, que han recordado al funcionario nombres que ha dejado fuera como el de Rosario Castellanos, Pita Amor, Eunice Odio o Margarita Michelena. “Poetas mexicanas. Y ninguna escribe horriblemente asqueroso de malo. Cosa de leer”, ha contestado la autora Alma Delia Murillo.
En medio de esta controversia machista y misógina del seudo escritor Paco Ignacio Taibo II. La opinión sobre Paco Ignacio Taibo II como escritor es variada; mientras que algunos lo consideran un “mal escritor”, muchos otros lo valoran por su extensa obra, su papel como activista.
Al ser cuestionado sobre por qué no hay más autoras en la selección, Taibo II afirmó que la generación que eligieron, “la del Boom fue mayoritariamente masculina, hubo que cortar de todas maneras el número de autoras es grande porque tuvimos que ampliar un poquito. Eran autores de la época del boom, en los años 60 del siglo pasado y lo aumentamos a los años 70”.
Lo que se le olvida a Taibo II es que Rosario Castellanos, Elena Garro, Clarice Lispector, María Luisa Bombal y Silvina Ocampo representaron al boom latinoamericano desde sus contribuciones a la literatura y a la defensa del rol de la mujer.
El machismo del Boom latinoamericano
En su artículo “Las mujeres en el ‘boom’ latinoamericano: o invisibles o asistentas”, la periodista Nuria Marrón cita al escritor peruano Iván Thays, que definió el movimiento como un club que no admitía señoras:
Cuando veo “Mad Men”, identifico a Don Draper con la imagen del escritor del “boom”, exitoso, convincente, trajeado y encorbatado, fumando y bebiendo whisky, hablando de negocios, arte o política, mientras a su alrededor orbitan mujeres vulnerables.
Algunos autores, incluso, reconocen la labor de Mercedes Barcha, la compañera de Gabriel García Márquez, como una figura clave detrás del éxito de Cien años de soledad, teniendo en cuenta su dedicación y sacrificio. Mercedes Barcha vendió electrodomésticos para financiar la publicación de la obra y mantener la casa mientras el creador de los Buendía escribía su novela.
De esto habló el propio García Márquez en más de una ocasión, y en carta de 1966 a Plinio Apuleyo Mendoza sobre el proceso de creación de Cien años de soledad, escribe: “Mercedes aguanta como un hombre, pero dice que si luego la novela no funciona me manda a la mierda”. Quizá por eso se conozca más esta anécdota, a fin de cuentas relacionada con él como autor, que las obras de otras grandes autoras que no alcanzaron el esplendor mediático de sus colegas hombres.
En su artículo “Las ‘chachas’ del boom latinoamericano”, la periodista Noemí López Trujillo hace referencia a lo que al respecto planteó la escritora y periodista ecuatoriana María Fernanda Ampuero cuando dice que estas mujeres fueron:
Las que callaron a los niños porque papá estaba escribiendo, las que sirvieron litros y litros de té en silencio, las que mantuvieron el orden obsesivo del susodicho, las que organizaron veladas literarias en las que no podían ni debían opinar, las que hornearon tartas, asados, panes, las que vivieron pobrezas y sobresaltos… Es muy difícil hacer que la vida doméstica no irrumpa como un estruendo en el proceso creativo. Qué gusto debe de haber sido para estos señores nunca encargarse de nada de eso.
“Lo que una escritora necesita es lo que ellos han tenido: una esposa”, planteó la escritora y artista plástica chilena Marcela Serrano en un programa de televisión. El mismo Vargas Llosa lo reconoció cuando, rompiendo en llanto mientras leía su discurso de aceptación del premio Nobel de Literatura en 2010, y refiriéndose a Patricia Llosa, quien fuera su esposa durante cincuenta años, y de quien ahora está separado, dijo:
Soporta las manías, neurosis y rabietas que me ayudan a escribir. Sin ella mi vida se hubiera disuelto hace tiempo en un torbellino caótico. […] Ella resuelve los problemas, administra la economía, pone orden en el caos, mantiene a raya a los periodistas y a los intrusos, defiende mi tiempo, decide las citas y los viajes, hace y deshace las maletas, y es tan generosa que hasta cuando cree que me riñe, me hace el mejor de los elogios: “Mario, tú para lo único que sirves es para escribir.
En 2009, Pilar Donoso, hija adoptiva de María del Pilar y José Donoso, publicó el libro Correr el tupido velo, una confesión familiar de todo lo que su familia había escondido tras las cortinas. Allí describe cómo su padre “confiesa varias veces haber golpeado” a su madre “con ‘fuerza y prolongación’”. Y continúa:
Alguna vez admite también que esa violencia se desataba debido a su sensación de que no le importaba realmente a mi madre; que ella no lo respetaba ni lo quería; que él no la satisfacía. Pero luego quedaba lleno de culpa y arrepentimiento.
No resulta sorprendente que María del Pilar, la esposa de Donoso, hubiera experimentado episodios de depresión y que, en algunos momentos de su vida, encontrara en el alcohol un refugio ante sus dificultades. Acerca de otras características machistas del grupo ella misma, en un epígrafe de El boom doméstico, incluido en la edición de 1987 de Historia personal del boom, el diario del escritor chileno, comenta:
Mario [Vargas Llosa] y Pepe [José Donoso], que no niegan que lo que más les gusta es hablar de literatura, se trenzaban en discusiones literarias que terminaban siempre en Flaubert. Patricia y yo no terciábamos en las discusiones. La repartición de roles era muy definida, sobre todo en el caso de ellos y de los García Márquez.
Un día Gabo declaró, al regresar de una larga entrevista con una profesora norteamericana, que detestaba a las mujeres intelectuales. Le pregunté, irónica, si me consideraba intelectual a mí porque hacía traducciones. Me contestó que aún no, pero que iba ‘por mal camino’.
Otro día Mario me interpeló, medio en broma pero también medio en serio, diciéndome que yo iba a ser causante de la ruina de su matrimonio. Intrigada y algo inquieta, a pesar de que creía que tenía la conciencia tranquila, le pregunté por qué. Me contestó que porque estaba ‘instigando’ a Patricia a tomar clases de italiano conmigo.
Muy a pesar de este pensamiento, fue una mujer, Michi Strausfeld, quien introdujo a Cortázar, García Márquez, Carlos Fuentes y Bioy Casares en el mercado editorial alemán gracias a su trabajo “casi” intelectual como traductora. Esto puede corroborarse en Mariposas amarillas y los señores dictadores, un libro de memorias al respecto, que la editora y editora alemana publicó en 2021.
5 escritoras del boom latinoamericano
Pero el machismo no se quedó solo en casa. La mayoría de las mujeres que también escribieron novelas con un alto vuelo de experimentación formal, innovación del lenguaje y desafíos sociales y políticos que querían marcar la construcción de una nueva identidad latinoamericana desde el acople de lo fantástico y la realidad, no corrieron la misma suerte editorial y por lo tanto de reconocimiento que sus colegas hombres. Tales son los casos, entre otras, de las mexicanas Rosario Castellanos y Elena Garro, la brasileña nacida en Ucrania Clarice Lispector, la chilena María Luisa Bombal y la argentina Silvina Ocampo. Todas con contribuciones a la literatura y a la defensa del rol de la mujer en el espacio consagrado de las letras; algunas, incluso, fervientes feministas.
Rosario Castellanos
Nacida en Ciudad de México en 1925, Rosario Castellanos se distinguió no solo como una de las mentes más brillantes de la literatura mexicana sino también como una defensora incansable del feminismo latinoamericano. Su obra, que abarca la poesía, la narrativa, el ensayo, el periodismo y la dramaturgia, aborda las cuestiones de género, poder y desigualdad social. Todo esto la convierte en una de las pocas escritoras mexicanas del siglo XX que exploró los más importantes géneros literarios, y en una de las voces fundamentales del feminismo latinoamericano.
La infancia de Castellanos, marcada por la pérdida y una cercanía temprana al mundo indígena y femenino, forjó las temáticas fundamentales de su obra. En novelas como Balún Canán y Oficio de tinieblas, se abordan las dinámicas de poder y subordinación desde una perspectiva que intersecciona género, etnia y clase. Estas obras, junto con sus colecciones de cuentos, Los convidados de agosto y Álbum de familia, en donde las protagonistas rompen con cada uno de los tabúes sociales, no solo ofrecen una crítica a la marginación y la opresión sino que también plantean una reconfiguración del lugar de la mujer en la sociedad.
El compromiso de Castellanos con el feminismo quedó plasmado en su tesis de maestría en filosofía, “Sobre cultura femenina”, y se extendió a lo largo de toda su obra. Lucía Fox-Lockert, destacada estudiosa de la autora, señala cómo la vida de Castellanos representa un esfuerzo continuo por la liberación, y cómo su producción literaria es testimonio de su firme posicionamiento feminista. En este sentido, Castellanos no solo delineó las actitudes típicas de las mujeres y sus reacciones ante una sociedad patriarcal, sino que también vislumbró la posibilidad de una mujer auténtica, liberada de las imágenes y roles que la sociedad le ha impuesto.
Rosario Castellanos no solo se destacó en el ámbito literario, también fue diplomática. En 1971 fue nombrada embajadora en Israel, donde falleció trágicamente tres años después. A pesar de su muerte prematura, su obra se sigue leyendo, y ha sido traducida a varios idiomas.
Elena Garro
Aunque a menudo es más recordada por su matrimonio con Octavio Paz, Elena Garro fue una novelista, dramaturga, guionista, periodista y escritora mexicana cuya obra abordó temas de memoria, identidad y tiempo. Fue una de las pioneras en introducir el surrealismo, la magia y la fantasía al realismo. Algunos críticos consideran que la obra de Juan Rulfo y los tres primeros libros de Garro, Un hogar sólido (1958), Los recuerdos del porvenir (1963) y La semana de colores (1964), iniciaron el realismo mágico, aunque despreció el hecho de que la catalogaran como precursora de este movimiento literario por considerarlo una etiqueta mercantilista. Su exilio, provocado por su activismo político, marcó profundamente su escritura y su vida.
Nacida en un contexto donde los círculos literarios estaban poco abiertos a las voces femeninas, la obra de Garro se destaca por su riqueza narrativa y su capacidad para entrelazar lo personal con lo político. Exploró temas como la violencia, el poder, la desigualdad de género y la memoria histórica. En Los recuerdos del porvenir, escrita cuatro años que Cien años de soledad, por ejemplo, el peso del territorio emerge como un personaje viviente, y los personajes femeninos y masculinos se enfrentan a luchas tanto externas por la supervivencia como internas por seguir sus pasiones. Garro logra capturar momentos de intensidad poética y política, y ofrece una visión crítica de la historia profunda de México a través del lente de la ficción.
Según el crítico literario Álvaro Ruiz Abreu, la literatura de Garro “exige el pensamiento flexible del lector por la presencia de temas feministas, así como a un lector capaz de entender la desacralización de la violencia revolucionaria”.
A pesar del poco reconocimiento literario que tuvo durante su vida, debido, sobre todo, al gran reconocimiento que sí tuvo su marido, y a la trascendencia de los escándalos que se suscitaron en la vida matrimonial, algunos críticos la consideran la segunda escritora mexicana más importante, después de Sor Juana Inés de la Cruz.
Clarice Lispector
Nacida en Ucrania y radicada en Brasil, desde muy temprana edad, Clarice Lispector, cuya identidad llegó a cuestionarse por la calidad de su obra, demostró que el talento literario trasciende géneros y fronteras. Lispector exploró con profundidad la psique humana, y a través de su “no-estilo” y su capacidad para transformar lo cotidiano en espiritual a través de una prosa intensamente poética, se erigió como una de las figuras femeninas más influyentes del siglo XX.
A Clarice Lispector se le reconoce la innovación en el lenguaje y en el uso irreverente de la puntuación, así como la audacia con la que abordó temas sociales y políticos desde una riqueza filosófica y una estructura narrativa fragmentaria que buscó explorar la esencia del ser. Sus obras sostienen un estilo y una estructura muy líricos, con una interioridad profunda y siempre relacionada con complejos procesos emocionales y mentales. Este enfoque único en la literatura la convirtió en una voz crítica dentro de un panorama dominado por narrativas lineales y temáticas regionales.
Aunque su especialidad fue el relato, sus novelas La pasión según G. H. y La hora de la estrella, así como su producción de libros infantiles, poemas y pintura, dan fe de que sus personajes hacen observaciones, apreciaciones y presentan situaciones vitales de una manera muy afilada.
Aprendizaje o El libro de los placeres (1969), un libro bastante controvertido para época en que fue publicado, comienza con una coma y termina con dos puntos. Al acabar la lectura esta “incoherencia”, dejará ver su significado. Igualmente, las construcciones y usos gramaticales propios de Clarice Lispector, tienen una carga de significado que va más allá del lenguaje como lo conocemos.
Cuando se cumplieron cien años de su nacimiento, la periodista argentina Silvina Friera escribió:
Renovó la literatura brasileña tal como se conocía: renunció a las ataduras genéricas, provocó y desacomodó a los lectores, inventó un lenguaje propio, nos mostró el artificio de la escritura.
Construyó una narrativa intensa basada en historias mínimas, donde las sensaciones y los afectos son protagonistas. Expresó y mantuvo a lo largo de su obra preocupaciones universales: su pasión por la vida y, al mismo tiempo, por la inminencia de la muerte, por la soledad, la angustia, la maternidad, la infancia, el amor o lo femenino.
Meses después de la publicación de su última novela, La hora de la estrella, falleció víctima de un cáncer de ovario, a los 56 años en Río de Janeiro.
María Luisa Bombal
Nacida en Viña del Mar, Chile, en 1910, María Luisa Bombal trajo al Boom latinoamericano una narrativa rica en imaginación y simbolismo. Su experiencia personal, marcada por el amor tormentoso y la búsqueda de la identidad femenina, se refleja en obras y ha sido motivo, incluso, del morbo que ha eclipsado por momentos su valor en la literatura. Sin embargo, no puede negarse que la Bombal es una de las pioneras del realismo mágico y una voz feminista insoslayable en el panorama del siglo XX.
La vida de Bombal estuvo marcada por una serie de traslados y experiencias formativas, desde su mudanza a París en su juventud, donde estudió en la Sorbona, hasta su activa participación en el mundo literario de Buenos Aires y Santiago. Sus novelas La última niebla y La amortajada constituyen hitos de la literatura, no solo por su rechazo al criollismo dominante de la época sino también por su capacidad para sumergirse en las profundidades del alma femenina, la experimentación y la exploración de temas como la represión y deseo.
Reconocida por su innovación lingüística y estructural, Bombal utilizó la fantasía para realzar la realidad, rompiendo con las narrativas tradicionales y creando mundos en los que lo irracional complementa lo racional. Su narrativa, rica en prosa poética y discursos multisensoriales, construye experiencias literarias únicas que anticiparon elementos clave del realismo mágico, influyendo en autores posteriores y diversificando los géneros literarios latinoamericanos.
La relevancia de Bombal trasciende su contribución al realismo mágico. También se destaca como precursora en abordar la represión contra las mujeres en sus obras. Sus personajes femeninos, lejos de ser figuras románticas pasivas, son mujeres complejas que se debaten entre la realidad y sus mundos interiores, en busca de libertad y comprensión. En este sentido, Bombal fue una adelantada a su tiempo.
A pesar de la falta de reconocimiento en Chile y de vivir sus últimos años en pobreza, Bombal recibió admiración internacional. En 1935, Pablo Neruda la llamó “La abeja de fuego”, y Carlos Fuentes dijo en más de una ocasión que “María Luisa fue la madre de todos nosotros”, haciendo referencia a sus contribuciones literarias, sobre todo con La amortajada (1938) al movimiento del realismo mágico.
En 1980, después de una corta enfermedad, Bombal murió en Chile, donde pasó los últimos años de su vida en una pobreza extrema, si haber recibido el reconocimiento que merecía, pues se le negó el Premio Nacional de Literatura con la excusa de que su producción no era lo suficientemente extensa.
Silvina Ocampo
A menudo opacada por su hermana Victoria Ocampo y su esposo Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo fue una maestra del cuento y la poesía. Su obra, que navega entre lo fantástico y lo cotidiano, revela una mirada aguda y a menudo inquietante sobre la naturaleza humana.
La obra de Ocampo se destaca por su vasta creatividad y una meticulosa atención a los detalles del lenguaje. Utiliza un lenguaje refinado como fundamento de sus ingeniosas creaciones, enmascara sus narrativas con la aparente simplicidad de la visión infantil para señalar, con asombro o desapego, las discontinuidades de lo cotidiano que sitúan sus historias en el ámbito de lo fantástico.
Esta destreza en el uso del lenguaje es evidente desde su colección de cuentos Viaje olvidado (1937), donde se percibe la influencia del absurdo literario de Lewis Carroll, Katherine Mansfield y posiblemente del surrealismo heredado de sus instructores de arte. El nombre de la colección hace alusión a una narración homónima en la que una pequeña intenta recordar el instante de su nacimiento.
Mientras que los cuentos de esta colección inicial se asemejan más a instantáneas o recuerdos distorsionados por la fantasía, sus obras posteriores (Autobiografía de Irene y, especialmente, La furia y Los días de la noche) mantienen en mayor medida la estructura convencional del cuento, presentando una Ocampo más emblemática. La metamorfosis, la ironía, personajes inquietantes, el humor macabro, así como el uso constante del oxímoron y la sinestesia, definen estos relatos que despliegan un continuo de personajes y escenarios, desde los pasillos y patios de antiguas mansiones hasta la presencia inquietante de niños asociados al terror y la malevolencia, ya sea como perpetradores o víctimas.
A lo largo de gran parte de su trayectoria, la crítica Argentina no reconoció el mérito literario de Ocampo. Esto, en parte, debido a su vínculo con Borges, ya que sus narraciones fueran subestimadas por no ajustarse plenamente al modelo “borgiano”. El fervor hacia Borges y hacia su hermana Victoria Ocampo hizo que los críticos no apreciaran la singularidad tanto en la forma como en el contenido de sus cuentos, considerándolos más bien como intentos fallidos de emulación. No obstante, en los años ochenta, la obra de la argentina se comenzó a valorar genuinamente.
La aparición de sus dos últimas obras, Y así siguiente (1987) y Cornelia frente al espejo (1988), se vio ensombrecida por el diagnóstico de Alzheimer. Esta enfermedad afectó progresivamente sus capacidades cognitivas, y la confinó en sus últimos tres años de vida. Silvina Ocampo falleció en Buenos Aires el 14 de diciembre de 1993, a la edad de 90 años.
Pero muchas nos preguntamos: luego de Sor Juana y de Rosario Castellanos, ¿qué poetas mexicanas tomaron la estafeta? En esta lista te presentamos sólo cinco obras producto de los esfuerzos, sensibilidad e inteligencia de cinco poetas mexicanas.
Entendemos que la poesía en México es diversa y copiosa, y que muchísimas mujeres, todas talentosas, se dedican a ella, pero resulta imposible mencionarlas a todas. Digamos que ésta es una primera lista.
Los temas, formas y técnicas presentes en estas obras difieren entre sí. Hemos decidido mencionarlas porque permiten obtener cierto espectro sobre el quehacer de la poesía mexicana contemporánea. Que las siguientes líneas sirvan de gancho para los lectores, a fin de que se sumerjan en la búsqueda de la poesía mexicana contemporánea.
Algunas de las poetas mexicanas más destacadas son Sor Juana Inés de la Cruz, la “Décima Musa” del siglo XVII, y Rosario Castellanos, reconocida por su obra que aborda la discriminación de género y la identidad indígena. Otras figuras importantes son la poeta, crítica y traductora Juana Adcock, y la poeta experimental Rocío Cerón.
Figuras históricas y del siglo XX
Sor Juana Inés de la Cruz: Religiosa, escritora e intelectual novohispana del siglo XVII, defensora de la libertad intelectual femenina.
Rosario Castellanos: Poetisa, novelista y ensayista del siglo XX, cuya obra se enfoca en temas como la discriminación de género y la identidad indígena.
Pita Amor: Poetisa del siglo XX conocida por su estilo de vanguardia y su poesía de corte romántico.
Margarita Michelena: Poetisa del siglo XX cuyas obras exploran temas filosóficos y espirituales, y que fue una luchadora por la libertad de expresión para las mujeres, según Sopitas.com.
Poetas contemporáneas
Juana Adcock: Poeta y traductora que ha recibido reconocimiento por su obra, como el poemario Manca.
Rocío Cerón: Poeta y artista que combina la poesía con la música, performance y video en sus creaciones.
Buba Alarcón: Poeta chihuahuense conocida por su capacidad para retratar la realidad de ser mujer en México a través de la sencillez en su poesía.
Ana Jimena Sánchez: Poeta, editora y gestora cultural, fundadora de proyectos como La Hoja Poesía Viva.
Victoria Equihua: Poeta, feminista y activista que ha sido reconocida con varios premios por su labor poética.
AM.MX/fm
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