MADRID, ESPAÑA, 9 de julio (AlmomentoMX).- La Reina de la coca Ana María Cameno, cuenta su verdad en entrevista a el diario español El Mundo. La narcotraficante, para quien la Fiscalía pide 25 años de cárcel, rompe su silencio. Dice ser víctima de un complot: “Caí por tener tetas”. Es hija de una familia del Opus Dei acomodada de Burgos.
Miércoles. Una mujer entrada en la cuarentena de pelo rubio eléctrico, cuerpo fibroso y labios marcados se refugia de la ola de calor que achicharra la capital en un Vips con temperatura de congelador. Le acompañan dos pechugas de pollo que forman parte de su espartana dieta. De su día de la marmota a la espera de un mes de enero donde se decidirá si acaba entre rejas. Lejos de la pomposidad de los salones de belleza que frecuenta en la calle de Velázquez. Porque a esta mujer le pide la Fiscalía 25 años de cárcel por haber sido durante años presuntamente La reina de la coca, una dama de hierro que ha conseguido imponerse «en un mundo machista». En un mundo de testosterona. Un título que ella reduce al de «comisionista» porque los «reyes están en el pueblo, en Colombia».
«Lo más triste es que te juzguen como reina y no sea capaz ni de mandar en mi casa. Ni he sido jefa ni he tenido una organización detrás. Pero como me han convertido en reina, pues ésta siempre tiene que ser crucificada», asegura la burgalesa Ana María Cameno, que se siente una cortina de humo. Un remake patrio de La Reina del Sur planificado por la Policía.
«Soy un personaje que se ha inventado la Policía para que nadie hable de las otras mafias que operan en España con su beneplácito. Porque las drogas es un negocio hasta para el Estado y está todo controlado por la Policía. No hablan de los personajes que tienen muertos encima. Yo soy una persona normal que no da miedo. Hay miles de traficantes que no salen en ningún lado. Como en España nos gusta copiar y en EEUU tenían a La Reina del Sur pues se inventaron lo de la reina de la coca. Es todo una operación de marketing que montan los polis para ascender y repartirse todo lo que tienes. Si no estuviese megaoperada, no tuviese estas tetas, no fuese pija y rubia nunca habría entrado en prisión. Hay 22 mujeres en la causa Colapso y sólo se habla de mí. Vendieron mi vida que es la de una joven que intentaba pagarse sus cosas», asegura esta mujer que blanquea el negocio de las drogas.
«Yo lo veía como un trabajo normal porque se trata de un negocio que permite que la gente se evada y siempre va a existir, lo que pasa es que vivimos en un mundo hipócrita. Yo nunca me he metido una raya. He vivido en un mundo de pijos, de gente de pasta, gente con empresas importantes que aparentemente no se dedican a las drogas, pero que ven en las drogas un negocio con un margen de rentabilidad importante y que les permite pagar sus impuestos a través de los negocios legales», dice Cameno, que ha decidido romper su silencio en Crónica después de haberle pedido permiso pedido permiso mediante un ritual santero al dios orishá de la justicia, de los rayos, del trueno y del fuego.
«Habéis tenido suerte. Si mi santo hubiese dicho que no, no habría aceptado», explica. Hoy se encuentra dolorida tras haber pasado un día en una camilla entre agujas de tinta. Nos enseña su cuarto tatuaje: «Son los ojos de una mujer y de un tigre que es lo que soy yo». Todos sus tatuajes tienen un mensaje. Un colorido ave fénix cubre toda su espalda. Porque, dice Ana María Cameno, ella «siempre» resurge de sus propias cenizas. Ahora habla como tigre: «Si me jodéis, os echaré un hechizo como hice con un compañero vuestro al que le soplé unos polvos y la vida le empezó a ir mal». Se refiere a un presentador que brillaba hasta que la santería de Cameno se cruzó en su camino: perdió a su padre y le retiraron su programa de la parrilla.
Cameno salió hace un año de prisión. Seis años entre rejas [la mayoría como FIES, de máxima peligrosidad], fueron suficientes para que decidiese, según explica ella, salirse del narcotráfico. «Los santos me han dicho que me tenía que retirar de la ilegalidad y vivir tranquila. Estoy tranquila de cara al juicio porque no hay pruebas contra mí», dice. Ahora percibe 500 euros al mes por ser secretaria en un bufete. Calderilla para las cantidades de cash que ha llegado a mover. No maldice su situación porque «el dinero es el demonio».
Ha decidido cortar sus lazos con un mundo del hampa en el que había empezado con 14 años producto del amor, de su rebeldía y de su pasión por la música. Por entonces Cameno era una niña pecosa que pinchaba en bares en Burgos de donde es oriunda. Había crecido en una familia del Opus Dei y en un colegio de monjas. Quiso rebelarse contra ese ambiente férreo y buscó en las mesas de mezclas su escapatoria.
Se hacía llamar DJ Anita Dinamita y su especialidad era el trance. Los locales que frecuentaban eran espacios donde los chavales con el acné de la pubertad se empolvaban la nariz y se tragaban psicotrópicos que ponían sus mandíbulas a bailar. Sus ojos como faros. En esos tugurios conocería la peor cara de la noche y un chico del que se enamoró le introdujo en los bajos fondos.
POR AMOR A LA MÚSICA
«Acabé en esto por amor y por mi necesidad de tener dinero para comprar más discos. Te pasabas no se cuantas horas trabajando por 50 pavos y me llega alguien que me ofrecía 300 euros por llevar algo en mis desplazamientos a otros bares del norte de España. Quería preocuparme de lo que le daba a mis clientes no estaba adulterado. Acabó siendo una forma de vida», confiesa Cameno sobre una primera etapa en el mundo de la drogas que fue cortada en 1992 cuando fue por primera vez detenida por la Policía. Los agentes recibieron el soplo de que en sus viajes con su Harley repartía drogas y organizaron una redada en su casa donde le pillaron una pequeña cantidad de pastillas. Sería condenada a tres años de prisión y a pagar una multa de 25 millones de pesetas. Un jarro de agua fría para sus padres que habían construido la imagen de una familia idílica en Burgos. Cameno entraría en prisión y los barrotes de Carabanchel no le harían olvidarse de su deseo de no depender de nadie en su trabajo.
«Yo no quería buscarme un narco para que me pagase las fantas o un bolso. Yo no quería vivir de nadie. Y empecé una bola de la que no supe salir. Quería demostrar que era capaz de ganar mi dinero en un mundo dominado por los hombres. Y eso no gustaba a los narcos que no les gusta recibir órdenes de una mujer. Tampoco a la Policía. Caí por tener tetas. Es un mundo machista donde nunca se va a dejar estar arriba a una mujer», asegura Cameno.
La mujer se convirtió en poco tiempo en una de las narcos más respetadas de nuestro país. En una fémina que sobresalía en un mundo de hombres por la confianza que generaba. «Sobrevives por la inteligencia y por las cualidades que tenemos las mujeres. En el mundo del narco hay personas que se enfrentan por el hecho de demostrar quien tiene más huevos y yo no era así. Siempre trataba de evitar que se matasen entre ellos. Me he pasado toda la vida cuidando a valientes, guardando sus secretos. Ellos necesitaban cosas que yo conseguía porque generaba confianza», dice Cameno, que se hizo notar en la milla de oro de la capital, donde se convirtió en una de las clientas más veneradas.
«Yo todo lo que ganaba me lo gastaba en ropa y en ayudar a la gente porque he sido una especie de ONG en este mundo de villanos. Me miraba al espejo y si me ponía una camisa Gucci me veía menos fea. Yo necesitaba mi dinero porque estéticamente no me encontraba bien. Me gasté mucho en estética. Me he operado siete veces de pecho a 8.000 euros cada operación», cuenta Cameno, a quien se le estalló una prótesis de silicona en un accidente. Como llevaba el coche cargado, rehusó ir al hospital y ahora su pecho izquierdo es fuente de problemas. «En breve me tengo que operar de nuevo. Estoy ahorrando para pagar mis tetas», dice Cameno, que ahora guarda información sensible que haría tambalear los cimientos del Estado. Los secretos de los capos del narcotráfico y de «la policía corrupta» que controla «todo lo que entra en España».
«Me entregaron porque sabía que no iba a hablar. Si me pasa algo ya he dejado todo organizado para que salga todo a la luz. Los míos no me van a matar porque no debo nada a nadie y no he hablado de ningún compañero. Los que tienen que tener miedo son los policías corruptos», asegura mientras enseña el tatuaje de su antebrazo: Omertá (Ley del silencio). «Yo no soy una chivata y no voy a ser una confidente como el 80% de los narcos de este país que están capados por la Policía y que me han vendido a mí. Ahora no tienen ni los huevos de mirarme. Les meten en alguna causa y son como perros a los que les extirpan los huevos. Se convierten en sumisos. La Policía les deja operar pero siempre controlando ellos todo porque es imposible meter droga en España sin el apoyo de la poli. Les dejan actuar porque ellos cogen algo de vez en cuando y ya hacen sus estadísticas. Los amos están al otro lado. Aquí no hay organizaciones delictivas de españoles y por eso han venido las mafias extranjeras de las cuales no hablan porque hasta la policía tiene miedo», dice Cameno que desmitifica a los capos españoles.
«Ahora hay miles de personas que se intentan buscar la vida con un triste kilo y todo el mundo tiene lo mismo y al mismo precio. ¿Cómo van a confiar en ellos al otro lado y les van a dar más kilos si hay más ladrones que narcos? Y aquí a los que matan es por robar. Nosotros hemos sido gente pija comisionista que nos hemos juntado por amistad. En España no hay dinero para financiar esas operaciones, en España no hay ningún jefe ni dueño de nada. Los dueños y señores son los que producen la coca y están al otro lado donde realmente se puede pagar un kilo a 2.000 euros. A ver qué español va a tener 27.000 para un kilo que es lo que cuesta en España», asegura Cameno decepcionada porque ahora una gran parte de los que fueron sus compañeros colaboren con la Policía.
«Se dedican a estudiar la vida de otros para decírselo a la Policía. Venden hasta a sus amigos y viven del aporte diario que le dan a la Policía. Si se diesen cuenta que por culpa de la información que dan están matando a gente en Colombia a lo mejor cambiarían», dice una mujer que en 2011 conoció lo que significaba la palabra traición. Fue cuando una persona le encargó que guardase 300 kilos a la espera de que fuesen a recogerlo. Pero quien apareció fue la Policía que requisó el cargamento más 33 toneladas de productos químicos, dos millones de euros, armas, vehículos de lujo, 470 móviles, y bienes por valor de 50 millones de euros. Los agentes la situaron como cerebro de lo que iba a ser el mayor laboratorio de droga de Europa.
«De ello hablaré en el juicio. Todo fue una trampa y no hay pruebas contra mí», dice Cameno, que ingresó en la cárcel hasta 2013, año en el que salió en libertad provisional. Según la Policía, volvió a las andadas y fue detenida en 2014 en la Línea con otras 10 personas. Los agentes se incautaron de 100 kilos de coca y 148.000 euros. Fue considerada por la Policía la presunta cabecilla de la trama junto a su entonces pareja.
La detención se llevó a cabo gracias a unas escuchas grabadas en los coches de alta gama que Cameno utilizaba. Volvió a la cárcel otros cuatro años más con tratamiento de yihadista, pero tuvieron que sacarla de la prisión porque se agotó el plazo máximo de preventiva. Las grabaciones, autorizadas por un juzgado, acabaron siendo anuladas por la Audiencia Nacional ante la inexistencia de una habilitación legal dirigida a grabar las conversaciones en los vehículos. Un hecho que ha llenado de esperanza a Cameno, quien asegura que la macrocausa contra ella fue montada por los que siempre quieren repartirse todo.
«Van a por ti porque quieren quedarse con tus cosas, porque saben que tienes dinero. De mis 17 relojes que tenía, sólo figura como incautado uno en el sumario. ¿Quiénes se quedaron los demás? Me quitaron hasta mi perro, mataron a mis animales, y si hubiese tenido un hijo también me lo habrían quitado. Hasta matan a tu pareja porque le piden que vaya en tu contra. Todo lo de Alvarito (López Tardón, ex miembro Los Miami)), que se encuentra en la cárcel en EEUU, se lo quedaron ellos. Tenía un montón de coches y los subastaron todos por 2,5 millones cuando el valor de la colección llegaba a los 80 millones y se lo han repartido entre policías, jueces…Es una macrohistoria para repartirse todo», insiste Cameno. También sufrió el desengaño. Su ex marido, un yonqui al que recogió en un poblado chabolista, se quedó con una de sus casas, donde vive con «una prostituta, una pequeña cerda».
Por sus propiedades embargadas, Cameno no siente pena. «A pesar de que lo tenía supuestamente todo no era feliz, no he tenido amor, la gente me quería por interés y no he podido ser madre. He sido una mujer muy maltratada en mi domicilio. Hay mucho maltrato en el narcotráfico, las mujeres de narcos tienen que vivir en el silencio. Si hablan las matan. El mundo del narco es todo una mentira», dice Cameno, que no se siente culpable por haber vendido droga. «Esas personas han elegido hacer eso con su vida», dice.
Ahora su sueño, si sale absuelta en el juicio, es dedicarse a dar charlas para reorientar a jóvenes que aspiran a convertir el polvo blanco en su modus vivendi. «Quiero sacarles de ese mundo para que no estén vacíos por dentro porque claro al final la gente se avergüenza de que vayas hasta a una comunión», dice Cameno. También quiere seguir siendo fiel a sus ritos de santería cubana. Antes de acabar la entrevista, la mujer nos pide la fecha de nacimiento. Quiere asignarnos nuestros números según la disciplina de la numerología humanística. Nos da un número a cada uno. Describe nuestra personalidad y nos invita a un ritual santero la próxima semana. Con cantos y danzas a ritmo de tambores que «purifiquen nuestras almas».
AM.MX/fm
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