El tapirus es un mamífero que está lejanamente emparentado con los caballos y rinocerontes, siendo estos últimos los parientes vivos más cercanos que tienen.
Es un “fósil viviente” porque habitó la tierra durante el Eoceno -hace 50 millones de años- y posteriormente evolucionó con la trompa que posee ahora, durante el Oligoceno.
Actualmente, hay 5 especies de tapir y América tiene 4. De las cuales, la que habitó el territorio mexicano, desde hace diez mil años, fue el tapir norteño que se distribuye desde Tehuantepec, hasta Ecuador.
Los tapires habitan en zonas selváticas y húmedas, es uno de los ejemplares con mayor población en La Reserva de la Biósfera de Calakmul. Sin embargo, es una especie que se encuentra en peligro de extinción.
En la actualidad, se encuentra extinto de manera local en Guerrero, Yuctán, Veracruz y Tabasco. Las localidades que tienen poblaciones de tapires son Campeche, Quintana Roo en reservas naturales.
Los tapires son consideradas “especies sombrilla” porque gracias a ellos se puede proteger el hábitat de otras especies (animales y vegetales), pues coexisten entre ellos. También se le conoce como el “jardinero de la selva” porque gracias a ellos se esparcen semillas de las plantas que comen, a través de sus heces.
Si el tapir llega a extinguirse, muy probablemente se extinguirán otras especies que son parte del ecosistema que habitan. De igual forma, se todo una rama evolutiva que se rastrea desde milenios antes de nuestra era.
La mayor amenaza para los tapires es el hombre; con la caza ilegal y la deforestación han contribuido a mermar el hábitat de estas antiquísimas especies.
En un futuro cercano, los tapires comenzarán a extinguirse debido a que no hay suficiente reproducción genética a causa del poco espacio que tienen para poder aparearse. No obstante, esto puede detenerse si se cuidan los ecosistemas a los que pertenecen y se crean políticas y leyes que permitan una conservación de estas especies y todas las que dependen directa e indirectamente del tapir.