Sergio Gómez Montero*
Tal vez sobrevivan los metales relucientes (…)
los gremios de rufianes pero no los solitarios
los banquetes y los festines pero no la alegría
G. Pereira: “Fin de la historia”
El año, al inicio, en tanto ciclo de tiempo, pareciera augurar, por lo común, buenas nuevas y por eso, también, aparecen las sonrisas. Pero en la medida que avanzan los días y los pies se vuelven a poner sobre la tierra, todo pareciera adquirir, nuevamente, su dimensión verdadera. ¿Luego de los primeros días del año, en dónde iremos terminar parados? Por ejemplo, la economía nada bueno augura: las ganancias de los bancos y de las afores siguen siendo estratosféricas, al tiempo que el gobierno no decide si aplicar la ley o no con las pensiones; se van a pagar éstas con umas, o como la ley señala: con salarios mínimos. Mientras, también, el Banco de México ya dijo que este año, 2020, no habrá nada que festejar; ni la CEPAL augura buenas notas. Ya, los líderes de las cámaras de comercio del país hablan de la pulverización del aumento al salario mínimo (20%), dado el aumento paralelo del precio de los bienes básicos de consumo (gasolina, agua, productos de uso cotidiano). Cuesta trabajo pues, desde la economía, sonreír. ¿Qué nos espera entonces, realmente, este año? Hablando alburescamente, como escribiría el compañero Gerardo de la Torre: un largo tren maya.
Es decir, más allá de la economía, en términos de política habría que pensar que para sobrevivir sólo nos queda un camino una vez que el fin de la corrupción (que no de la impunidad) de las altas esferas de gobierno culminó: seguir luchando para que este país pase a ser, en realidad, un país más justo, más libre, más ecuánime, porque eso es lo que queremos la mayoría de los habitantes del país, algo que, desde la economía, no se nos permite ser, pues ella muy poco ha cambiado con el actual régimen de gobierno. Lo cual nos demuestra o que dicho régimen no puede lograrlo o que sus enemigos múltiples (sobrevivientes luego de su aplastante derrota electoral) subsisten y se mantienen activos a toda costa, esperando, quizá, una acción más decidida, más de lucha, de quienes con el voto demostramos que queremos un cambio social de fondo en el país. Y tales enemigos del actual régimen de gobierno deben estar seguros de que quienes hoy defendemos a la 4T lo hacemos por una razón muy sencilla. Porque, bien o mal, hacemos nuestras las palabras siguientes de Fidel Castro: “Fácil es ser revolucionarios en tiempos fáciles, lo que no resulta fácil es ser revolucionarios en tiempos difíciles”, y de que hoy seguimos viviendo tiempos difíciles en este país, nadie debe dudarlo, pues ya los primeros días del año así lo demuestran: la alianza entre fuerzas del narcotráfico de todo el país en contra del gobierno es algo lamentable que requiere ser justamente evaluado para que ello no se convierta en un factor político que dificulte altamente el lograr la estabilidad y serenidad para el país que afanosamente persigue el actual régimen de gobierno.
Ese es pues el gran dilema hoy que hay que resolver en términos de política en el México actual: ¿o seguir soportando pasivamente la ofensiva que desde varios frentes internos y externos llevan a cabo los enemigos de la 4T o diseñar una política que, sin violentar la ley, permita seguir avanzando, a trompa y talega, por construir el país que la gran mayoría de mexicanos queremos y que hoy, indistintamente, en Bolivia y Washington no nos permiten construir?
Es difícil, pues, saber si es sólo una cuestión de voluntades o de decisiones por defender el derecho que tenemos como pueblo para darnos el país que queremos. Marx y Engels lo explican así en El 18 brumario: cuando dicen que el programa del “Manifiesto Comunista” está “ahora anticuado en ciertos puntos: … La Comuna ha demostrado, sobre todo — continúan –, que *la clase obrera no puede simplemente tomar posesión de la máquina estatal existente y ponerla en marcha para sus propios fines. . .*”, ello, desde luego, no es suficiente: los muertos de la Comuna así lo demostraron y sobre todo quedó demostrado por la insuficiencia política que la Comuna arrastró para la clase obrera, la que hasta hoy, desde entonces, no ve con claridad cuál es el futuro de triunfo que le espera.
Luchar contra el capitalismo es, pues, una tarea compleja, cargada de sacrificios y tareas diversas y muchos son los maestros al respecto, pero, lamentable, pocos los triunfos hasta hoy obtenidos.
*Profesor jubilado de la UPN
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