Adrián García Aguirre / Ciudad de México
* Exigencia de la administradora de la necrópolis parisina.
* Perpetuidad en vencimiento y riesgo de ser exhumado.
* De esa manera concluiría un exilio que empezó en 1911.
* El debate de retornar o no sus restos sigue en vigor.
* Reclamos del profesor Juan Gualberto Águila a AMLO.
* Llama “actitud neoporfirista” la adoptada por el mandatario.
Increíble pero cierto, aunque usted no lo crea: los familiares del general Porfirio Díaz no han pagado por la renovación del lote donde está su tumba en el cementerio parisino de Montparnasse, y si no cumplen, los restos del presidente mexicano, dictador de México durante tres decenios, podrían ser repatriados..
Así lo consigna un texto publicado el 25 de septiembre de 2019 que, en otras palabras, deja claro que, luego de su traslado a esa famosa necrópolis luego de permanecer seis años en la parroquia de Saint Honoré d´Eylau, lo que queda del general Díaz podría regresar a las tierras mexicanas que gobernó como “místico de la autoridad” de 1884 a 1911.
“Sus familiares no han pagado la renovación del uso de lote a casi un año de vencer la perpetuidad de cien años que tiene su tumba en el cementerio de Montparnasse, en París, lugar donde también están enterradas personalidades como el filósofo Jean-Paul Sartre, la feminista Simone de Beauvoir y el escritor Julio Cortázar”, cabeceó Le Monde..
Porfirio Díaz, que ejerció el cargo a su modo, sin reclamos ni apelaciones, marcó una etapa importante en la historia de México que sus opositores llamaron porfiriato, para fallecer el 2 de julio de 1915 en París y, seis años después, en 1921, a petición de su esposa Carmen Romero Rubio, sus restos fueran trasladados a la parroquia mencionada.
En esa época, sus parientes intentaron traerlo a México; pero el gobierno de Álvaro Obregón negó su petición, y a más de cien años desde su segunda sepultura, los familiares de José de la Cruz Porfirio Díaz Mori tendrán que presentar las escrituras de la propiedad.
Y también –dijo Brigitte Amalou, autoridad municipal encargada de la administración de los panteones de París- realizar los pagos correspondientes para evitar que los restos del ex mandatario sean exhumados.
Según información del diario Milenio de la Ciudad de México tomada de Le Monde, el mausoleo de Porfirio Díaz se encuentra abandonado y solitario, sin que haya registros recientes de visitas de familiares, ni flores ni nada.
Ahí, señala la crónica de septiembre de 2019 en el diario Milenio de la Ciudad de México, su nombre está grabado en letras doradas con un águila en la parte superior, y también es posible encontrarse con mensajes de admiración y rendición de tributo, y otros más de desprecio en los vidrios que, por la suciedad, no permiten ver hacia adentro.
El altar de mármol cuenta con un busto del rostro del general, de quien se dice nació en Tuxtepec, así como sus años de nacimiento (1830) y fallecimiento (1915), una bandera mexicana y una imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de México, a la que siempre guardó devoción doña Carmen Romero Rubio de Díaz.
Una tataranieta de Díaz, Ana Rincón Gallardo, aseguró que sus familiares han cubierto los costos que pide la señora Amalou durante los últimos treinta años, a pesar de que los documentos originales del contrato se encuentran desaparecidos.
Porfirio Díaz nació realmente el 15 de septiembre de 1830 en Oaxaca de Juárez, capital del estado de Oaxaca, y por esa razón propuso que ese día se celebrara en la fecha que marca el inicio de la guerra por la Independencia de México.
Sin embargo, el 18 de junio de 2019 el tema de la repatriación de sus restos volvió a aparecer cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador –en consonancia con la actitud neoporfirista de los conservadores que han pedido que los restos de Díaz vuelvan al país- se pronunció a favor de que sean regresados a México.
“No tendría inconveniente si se planteara traer los restos de Porfirio Díaz en caso de que así lo solicitaran sus familiares”, dijo en la conferencia matutina –la “mañanera”, le dicen- de ese día, incurriendo en una más de sus contradicciones, a las cuales se empiezan a acostumbrar los cada vez menos sorprendidos mexicanos.
“¿En qué quedamos?”, se pregunta el profesor Juan Gualberto Águila García: “Le guarda veneración a Juárez que separó al Estado de la Iglesia en 1857; pero tiene como uno de sus aliados a un partido político ´mocho´, que hasta un gobernador colocó en el estado de Morelos, y de remate hay una organización evangélica –Confraternice- que comanda el pastor Arturo Farela, amigote del alma del mandatario, que está cerca de convertirse en un caso clínico”.
Maestro de Historia de México en la escuela “Benito Juárez” de la colonia Roma de la capital, reclama: “López Obrador nos viene con el cuento de que, ante las distintas críticas del pueblo mexicano sobre la labor que ejerció Porfirio Díaz en esa época, aseguró que era válido que cada mexicano tuviera juicios sobre los personajes de la historia del país y aclaró que lo verdaderamente importante era no olvidar”.
La realidad acerca de la vida de Porfirio Díaz, uno de los presidentes más discutidos de la historia nacional, siempre será analizada desde distintos puntos de vista: “Existen personas –dice Juan Gualberto Águila- que lo admiran y creen fervientemente que fue el mejor mandatario que ha tenido el país, debido a que hizo crecer la economía mexicana, algo que no hace López Obrador”.
Evidentemente incorporó adelantos tecnológicos como los ferrocarriles y los puertos; pero otros, como el profesor normalista, creen que su poder sobrepasó los límites en todo momento y lo describen como un tirano represor que, sin más ordenaba matar “en caliente” a sus opositores, responsable de las masacres de Cananea y Río Blanco..
Otros compatriotas le tienen compasión porque Porfirio Díaz tuvo una desafortunada vida amorosa, prendado de Juana Catalina Romero, la mandamás del Istmo de Tehuantepec, a quien el dictador que gobernó México por tres decenios siempre trató como su aliada política y su apoyo emocional.
Algunos historiadores aseguran que, tras dejar el poder el 25 de mayo de 1911, su vida en París tuvo ciertos lujos; pero el novelista Martín Luis Guzmán aseguró en su crónica “Muertes históricas”, que Díaz vivió modestamente durante sus últimos cuatro años de vida.
Su casa, ubicada en el número 26 de la Avenida del Bosque -actualmente Avenida Foch- no era suya, por lo que pagaba un alquiler mensual con los intereses que obtenía como accionista del Banco de Londres y México fundado en 1884.
“A ver si con la herencia que el dictador les dejó alcanza a los deudos para pagar lo que deben a la administración del panteón de Montparnasse para que, o lo regresen a su tierra, o lo ponen en paz en una fosa común”, concluye con enfado el profesor Águila García al acabar de dar su clase.
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