Teresa Gil
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Ian Fleming fue un autor anticomunista, mediocre para muchos, que exacerbó las virtudes del capitalismo a través del heroísmo individual. El poeta y escritor cubano Luis Rogelio Nogueras, decía que Fleming era el autor favorito del presidente demócrata John F. Kennedy, quien, al expresarlo, “lanzó a la gente a leer bazofia anticomunista”. Y desde luego a ver los filmes que levantaron la economía inglesa, del agente 007 con licencia para matar, que tuvo como principal exponente a Sean Connery. Es curioso como las coincidencias advierten de las contradicciones a la hora de la muerte. Arturo Lona Reyes fue un cura, un obispo de los pobres y Sean Connery, un actor que mostró la desmesura de un capitalismo salvaje cuyo principal resultado es la pobreza mundial. Ambos murieron el mismo día, 31 de octubre. El primero desde su iglesia en Tehuantepec predicaba la búsqueda de la igualdad y justicia para esos pobres, más en un estado como Oaxaca donde la pobreza es superior al 64 por ciento y es el estado donde los indígenas han resentido más esa pobreza a lo largo de décadas. Sean Connery representó el mundo de un engañoso y viejo celuloide, monstruo de la exuberancia, en un medio extremo, con lo más lujoso, lo más exclusivo, lo más depredador, desde la perspectiva de un individuo que ajeno a las grandes masas se convierte en el poderoso vengador de una causa en la que participa. La tecnología más moderna, los carros más lujosos, hoteles de primera, mujeres bellísimas y elegantes, armas portentosas de última creación, y atrás un vengador que se nutre de ellas. Un agente al que un poder superior que tiene en sus manos la vida de los demás, le confiere permiso para matar, para que destruya vidas.
CONTRADICCIÓN: SE FESTEJA LA MUERTE EN LUGAR DE FESTEJAR LA VIDA
De acuerdo a los datos dados a conocer por el Instituto Nacional de Estadísticas y Geografía (Inegi) la última semana de octubre, los decesos de 2019 aumentaron en mas de 25 mil respecto a los de 2018 y la cifra diaria se situó en alrededor de 2075. No hay cifras aun de este año y se ignora si aumentaron por el Covid-19 ya que muchas de esas muertes entran en las cifras del virus cuando los fallecidos se contagiaron. No han variado las causas en 2019 respecto del año anterior, de esas desapariciones, porque cuatro enfermedades son las que imperan como una carga de muchos años, ya que se trata de enfermedades que se arrastran largo tiempo, como las del corazón, cáncer, diabetes y enfermedades hepáticas. La diferencia podría ser en las cifras actuales, los contagios inducidos por la irresponsabilidad de la gente, circunstancia en las que las autoridades solo han hecho llamados de alerta y unas cuantas restricciones. Lo que pasó el día del santo católico Judas Tadeo es un ejemplo y lo que se espera para fechas venideras, sobre todo las de diciembre, si las autoridades no endurecen medidas y aplican protocolos, ya que puede salirse de cauce. De las festividades guadalupanas la iglesia católica ha dictado su suspensión, pero advierte que aunque los peregrinos no se quedarán, de todas maneras vendrán a pasar revista de la imagen de la virgen. Es inaudito e irresponsable que las autoridades lo estén permitiendo. Las iglesias de esa creencia que viven de los aportes de los fieles, han mermado sus entradas y buscan la forma de allegarse recursos a costa de la salud de los demás. Es algo que debe estar en la mira de las autoridades en todas las ciudades del país. La vida de todos está en peligro.
MAYAKOVSKY, HERNÁNDEZ, LORCA, BURNS, NERUDA, EN LA MUERTE.
No todos los poetas mueren jóvenes pero algunos tienen muertes extrañas y misteriosas, como es el caso de Pablo Neruda. En la continuación de sus memorias, Para nacer he nacido ( Austral 2010), habla de varios poetas, de su destino, muerte e intervención ajena o propia en esas circunstancias. En la última situación estuvo el poeta ruso Vladimir Mayakovsky quien se suicidó el 14 de abril de 1930, a los 36 años. Los poetas reprimidos por el franquismo fueron Federico García Lorca y Miguel Hernández. En ambos casos él señala la forma como murieron uno misteriosamente ejecutado en grupo, y escondido su cadáver y el otro en un presidio al que ni siquiera le llevaban los alimentos indispensables, Murió de tuberculosis. Robert Burns el poeta escocés, por su parte, murio a los 37 años, como ya lo mencioné en otra crónica, por el exceso de trabajo en el campo. La propia muerte de Neruda ha sido sujeta a investigación y aunque al parecer no se encontró prueba, la duda quedó sembrada. Neruda hace un gran elogio de la obra de Mayakovsky, un poeta exaltado, directo en su crítica, pero el mismo chileno destaca que los grandes satíricos son así y como ejemplos menciona a Swift y a Gogol. En su largo libro de remembranzas trae a colación la vida y su amistad con escritores y poetas y a Mayakovsky lo despide con una rosa, una rosa roja. Traeré ahora parte del poema de Manuel Gutiérrez Nájera, el bardo mexicano que fue el primer cronista de la Ciudad de México y que murió a temprana edad, 36 años. En su famoso poema Para entonces, el le pide a la vida: “morir y joven: antes que destruya el tiempo aleve su gentil corona”
PARA ENTONCES
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al cielo
donde parezca un sueño la agonía,
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes
ya con el cielo y con la mar a solas,
más voces ni plegarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
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